No es necesaria mucha excusa para echar el día en este enclave de la comarca de Ferrolterra (A Coruña), un encantador pueblito de esencia marinera y vocación comercial. Pero además resulta que estamos de cumpleaños. El bueno de Alfonso X tuvo a bien conceder a Pontedeume la carta puebla de fundación de la villa el 30 de diciembre de 1270, así que nos encontramos, en la práctica, en plena celebración del 750º aniversario de estas calles. Vaya este garbeo a la salud del rey sabio.
La villa coruñesa celebra sus 750 años de historia. Una excusa óptima para disfrutar de vestigios medievales, su empanada de grosor descomunal y un entorno de bosques y playa
Ningún eumés de bien considerará nuestro recorrido completo si no cursamos visita al monte Breamo (8), que custodia el municipio y atesora en su cumbre una ermita románica del siglo XII a la que los devotos de san Miguel se dirigen en romería cada 8 de mayo.
Aquí nadie es de mucho madrugar, y la sensación de dulce holganza mañanera se paladea en la terraza de cualquiera de las cuatro cafeterías de la plaza Real (1). La de mayor atractivo y solera es la de Stollen, desde cuyo primer piso se dispone de una mejor perspectiva de la plaza: edificios de clásicas galerías norteñas que miran hacia el Ayuntamiento y su ilustre torreón. Todo aquí es pequeñito y recoleto. Y la vida transcurre a cámara lenta. Amodiño.